¿Hace falta crear una figura independiente para realizar negocios? No es imprescindible, pero brinda mayor protección al patrimonio individual o familiar. Cuándo buscar una forma legal de separar el capital personal y el del negocio.

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En ciertos casos, conviene separar las aguas claramente creando una figura jurídica para operar el negocio, con su nombre independiente y su propio capital, aportado por las personas propietarias. Si bien esta división puede no parecer demasiado importante en el día a día –y genera costos adicionales–, brinda una protección al patrimonio de sus socios que de otra manera no existe.
Cuando no se crea una “persona jurídica” independiente, el emprendedor es responsable por los compromisos del negocio con todo su patrimonio personal. ¿Qué quiere decir?  Que si, por ejemplo, se genera una deuda con un proveedor o un empleado realiza un juicio, todo el dinero personal puede estar en riesgo –auto, casa, ahorros…–, mientras que si se ha creado una sociedad, el tope es el capital aportado.
Y esto puede resultar aún más grave cuando se opera con otras personas. Si los socios no han registrado legalmente una sociedad pero actúan en conjunto –por ejemplo, a través de la que se conoce como “sociedad de hecho”–, los compromisos asumidos por uno de ellos afectan a todos por igual.
En la Argentina, las formas legales más utilizadas para esta separación de patrimonio son la Sociedad Anónima (SA) y la Sociedad de Responsabilidad Limitada (SRL). Ambas requieren de al menos dos socios, ya que la ley no contempla la forma de separar el patrimonio en una empresa unipersonal.
¿Quiénes deberían evaluar la creación de una sociedad, para asegurarse la separación entre patrimonio personal y del negocio?

  • Quien arranca un negocio de cierta envergadura. Si la operación implica una inversión importante, el manejo regular de grandes cantidades de dinero o mercadería y la contratación de varios empleados, es recomendable operar bajo una figura legal independiente, evitando las formas personales, como por ejemplo el monotributo.
  • Quien posee un capital personal o familiar que no desea poner en riesgo. La sociedad limita las responsabilidades hasta el monto aportado por cada socio, sin importar su situación patrimonial personal.
  • Quien planifica un negocio con alto potencial de crecimiento. Si el proyecto contempla aportes de capital, subsidios o créditos, la incorporación de nuevos socios o la apertura de sucursales en poco tiempo, una sociedad desde el comienzo brinda más solidez.
  • Quien contrata con grandes empresas o el gobierno. En general, se da preferencia a la contratación de proveedores constituidos como sociedades, antes que monotributistas o empresas unipersonales.
  • Quien opera entre varios socios. Aun cuando exista confianza entre las personas que forman una empresa, la constitución de una sociedad brinda el marco legal adecuado, además de limitar las responsabilidades de cada uno al monto del capital aportado, evitando los conflictos que pueden surgir cuando los distintos socios poseen patrimonios personales desiguales.

Si estás frente a alguna de estas situaciones, asesorate para encontrar la forma legal e impositiva que mejor proteja tu patrimonio.

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