¿Cuántas veces tenemos que elegir entre asistir a la fiesta del colegio de nuestros hijos o una reunión importante de trabajo? Una especialista reflexiona sobre los roles múltiples que muchas veces deben asumir las mujeres.
En nuestro país el 46% de las mujeres trabajan fuera del hogar y se sienten tironeadas a la hora de tener que responder como ama de casa, esposas, madres y al trabajo o profesión. Si a eso le agregamos compromisos sociales y el cuidado de la salud, la actividad física, y el tiempo dedicado al esparcimiento, la sensación de tironeo muchas veces se vuelve insoportable. Por ejemplo, ¿cuántas veces tenemos que elegir entre asistir a la fiesta del colegio de nuestros hijos o una reunión importante de trabajo? Aunque tengamos claro que no podemos estar en dos lados al mismo tiempo, es casi imposible no sentirnos culpables a la hora de explicarle a nuestros hijos la razón de nuestra ausencia al evento que para ellos era lo más importante.
Ahora, ¿qué les pasa a las mujeres que no trabajan, y que solamente cumplen con el importante rol de ser amas de casa? La palabra importante no está puesta ingenuamente. Sabemos que las tareas del hogar, el cuidado de los hijos y todo lo referente a la casa no está debidamente reconocido. ¿Cómo se sienten estas mujeres en ese rol? ¿Alguna vez se conflictúan pensando que podrían estudiar, o ejercer aquella profesión que dejaron para atender a los hijos?
Todos dependemos de un contexto (la cultura a la que pertenecemos) y eso conlleva un soporte de creencias y preconceptos que nos condicionan sin que nos demos cuenta. Esto quiere decir que muchas veces no respondemos a nuestras necesidades sino a lo que pensamos que se espera de nosotras. Y por supuesto que se espera mucho. Se supone que debemos ser buenas madres, amas de casa, y buenas trabajadoras sin que se note ningún tipo de cansancio o hartazgo.
¿Qué diferencia a aquellas mujeres que trabajan en el hogar y afuera de aquella que trabaja sólo en el hogar, cuidando su casa, su marido y a sus hijos? En la gran mayoría de los casos el mundo de relaciones de las segundas es más acotado y lo que une a este tipo de mujeres con la sociedad también es diferente en tanto y en cuanto el tiempo que tienen está más dedicado a cuestiones domésticas. En el mundo de afuera del hogar se necesitan otras capacidades. Es de desear que si necesitan trabajar posean la capacidad para insertarse en el mundo del trabajo.
Aquellas mujeres que le otorgan el poder al hombre con quien se casaron dependen de él y pueden, con el tiempo, llegar a creer que nunca podrán ser independientes. De esta manera se produce en ellas una sensación de fragilidad, son mujeres niñas. Si no construyeron su propia experiencia laboral y, como consecuencia, no pueden autoabastecerse se sentirán más inseguras ante el futuro.
Es preciso decir que, en ambas realidades, tanto en aquellas mujeres que trabajan fuera del hogar como en las que sólo trabajan en su casa pueden surgir conflictos. Las primeras pueden sentirse estresadas por tener que compatibilizar el trabajo con las tareas del hogar, pero también pueden sentirse independientes y pares de sus parejas aportando al hogar el fruto de su trabajo. La relación con el hombre es así más equitativa. Cuando la pareja decide separarse el temor de la mujer suele ser menor, ya que puede enfrentar la vida haciéndose cargo de las responsabilidades, sin depender de la buena voluntad del marido o de una legislación muchas veces no tan equitativa para la mujer.
Las que se han dedicado sólo a la casa y los hijos pueden no sentirse tironeadas. Pero pueden sentirse alienadas, ya que tienen que estar siempre en función de los otros y dedicarse a tareas repetitivas y poco valoradas. Cuando los hijos dejan el hogar y deben enfrentar el nido vacío es esperable que sufran más que aquellas que pueden compensar esta pérdida con algún proyecto personal desarrollado a lo largo del tiempo.
Cuantos más aspectos de la personalidad desarrolle la mujer a lo largo de su vida, más íntegra y segura se sentirá, pues contará con más recursos que aquella que se ha dedicado solo a ser esposa y madre. Si además de esto desarrolla un proyecto personal por el que percibe ingresos y cuenta con una red de relaciones, amigos, compañeros y familiares que la acompañan en su tránsito por la vida, más podrá apoyarse en cualquiera de estos aspectos cuando alguna de los otros está en conflicto.
Quiero agregar que no cualquier mujer puede dedicarse a cuidar su casa y sus hijos pues muchas veces hace falta que los dos que forman la pareja aporten a la economía familiar. En el caso de tener hijos el aporte de los dos ayuda para la educación y cuidado de estos. En nuestro país es frecuente que las mujeres de clase alta o media alta no trabajen y se dediquen exclusivamente al cuidado de sus hijos. En ese caso el aporte económico del marido hace posible esta realidad. También aquellas que pertenecen al otro extremo del espectro, las de clase baja, deben quedarse a cuidar de su familia si no hay nadie que las ayude para que puedan salir a trabajar. Pero la gran mayoría trabaja; corren y son heroínas anónimas de esta sociedad.
Me parece importante mencionar que cualquier elección que una mujer haga para su vida debe ser evaluada sabiendo que tipo de contingencias puede tener en el futuro. Por ejemplo, si la mujer no se ha preparado debidamente o no es independiente sufrirá mucho más la incertidumbre en el caso de una separación o también en los casos de viudez. También pueden sentirse vacías al no tener proyecto propio. Hay algo que es personal e intransferible, el deseo. El tipo de expectativas que abriga cada persona es diferente y de ellas depende el grado de satisfacción que experimente en la vida diaria. Si ha cumplido con lo que soñaba, que en algunos casos es ser esposa y madre no tendrá demasiados conflictos.
En el consultorio puedo observar diariamente que las mujeres que trabajan o se dedican a desarrollar su proyecto tienen un grado de satisfacción mayor que el de las amas de casa. Pienso que eso también se debe a que hoy en día se valora aquella mujer que es exitosa en alguna actividad, quizás porque se piensa en el término de la utilidad y la concreción de objetivos.
En algunos países existe una legislación que contempla los casos de las mujeres que tienen hijos y trabajan. Existen jardines maternales a cargo de personas especializadas pagados por el Estado o nurseries en las fábricas para que las jóvenes madres puedan resolver el tema de salir a trabajar sabiendo que sus hijos están bien cuidados.
Los jóvenes padres de esta generación también deben colaborar en la crianza de sus hijos para que el peso no recaiga solo en la madre. Se debe asumir que no vivimos en el mundo de nuestros padres ni de nuestros abuelos. Debemos transitar el cambio sabiendo que debemos adquirir capacidades para enfrentar nuevas realidades en el momento que sea preciso.
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