Ser autónomo, ser la «dueña», tiene sus bondades. Pero también sus exigencias y picos de estrés. Algunos consejos sobre cómo optimizar tus tareas cuando dirigís tu propio emprendimiento.
Las mujeres al frente de emprendimientos propios solemos dedicar la mayor parte del tiempo a realizar tareas operativo – técnicas. Resolvemos problemas y nos ocupamos en forma personal de todos los acontecimientos del día a día.
Hablamos con proveedores, entrevistamos personal, realizamos ventas, atendemos clientes, revisamos y realizamos pagos de cuentas e impuestos, etc. En definitiva, pretendemos abarcar todo el movimiento operativo del negocio sin delegar, y por ende, sin capacidad de proyectar y desarrollar estrategias.
Sin embargo, el éxito de un negocio parte de la premisa de que no dependa exclusivamente de una sola persona, aunque seamos nosotras mismas.
Teniendo en cuenta este cuadro de situación, para la mujer emprendedora acceder al Coaching es un factor de vital importancia, ya que el propósito es aportar en la maximización de su potencial. A través de una guía profesional, la mujer emprendedora podrá enriquecer su trayectoria y visualizar su objetivo.
Es fundamental que las emprendedoras no subestimen el impacto que pueden generar apoyando a otras mujeres en su ámbito, ni el que pueden recibir de sus pares o un Coach. Al compartir su experiencia, una Mentora, de uno u otro lado, impulsa a otras emprendedoras a seguir adelante con sus objetivos profesionales y a alcanzar sus metas.
Una buena manera de comenzar es:
- Poner el acento en las tareas estratégicas
- Definir las variables clave
- Proyectar y comunicar la visión de la empresa
- Fomentar la conformación de equipos con altos niveles de competencia
- Capacitar a los líderes a efectos de delegar funciones
Seguramente esto por sí solo no garantice el éxito, pero sin dudas allanará el camino hacia él.