La sustentabilidad se asoma como una veta de negocios, como un valor agregado, como un marcado segmento y un terreno fértil para explorar dentro de las nuevas economías
Un emprendedor es alguien que hace que las cosas sucedan. Durante los últimos años, los
emprendimientos se han posicionado a nivel mundial como uno de los principales actores económicos.
En la Unión Europea, por ejemplo, el 91% de las empresas tiene menos de 10 trabajadores y el 99% son proyectos jóvenes en trayectoria.
¿Y cuando hablamos de emprendimientos sustentables? La idea de un emprendimiento con base en la sostenibilidad que busca un desarrollo económico que, por sobre todo, tenga consecuencias a nivel social y ambiental a través de distintos proyectos. No solo se presenta como una opción por su compromiso con la sociedad sino que en un punto es atractivo como factor diferencial, como una garantía de deber con el producto y la forma en la que se elabora.
Hay quienes prefieren hablar de emprendimiento social y quienes optan por llamarlo sostenible. De cualquier modo, el significado es el mismo: emprender de forma sustentable. Esto abre las puertas a un camino personal y un impacto social que transita formas de cambio, de mejora en muchos aspectos.
Iniciar un proyecto atravesado por el eje de la sustentabilidad excede el simple ejercicio de la actividad económica. La sustentabilidad se presenta como una de las tendencias más importantes en el último tiempo. Nos hace preguntarnos si el emprendedurismo sustentable es una forma diferente de emprender o si acaso no se puede emprender sin ser sustentable. Tal vez sea, en realidad, una característica intrínseca a emprender, ya que abrirse paso así, es entender que hace falta un cambio y responde a una mirada de necesidad de modificación de los sistemas existentes.
Puede que el giro en la forma de concebir una empresa parta de una necesidad de cambio, de la creatividad, de la ética o del impacto social. Los emprendedores sociales son los que sienten una necesidad de incidir en las políticas públicas. Así, los emprendimientos sociales no cuentan con un modelo necesariamente rentable, sino que su modalidad se asemeja más a la de una ONG.
De manera más definida, se considera emprendimiento sustentable a aquellas que tengan que ver con
actividades que significan un aporte para la sociedad. En segundo lugar, las prácticas llevadas a cabo buscan ser amigables con el medioambiente. De este modo, no solo se habla de emprendimiento sustentable cuando se trata de un proyecto de reciclaje, sino que cualquier otra actividad puede serlo siempre que sea racional en su contacto con la naturaleza. Y en tercer lugar, el proyecto debe ser sustentable en lo económico: debe generar ganancias para reinvertir y sostenerse en el tiempo y debe promover el crecimiento de las economías locales, nacionales y regionales.
De todas formas, emprender en sí mismo es sustentable porque se contribuye a la generación de una nueva redistribución de la riqueza. En algún punto, todo emprendedor es sustentable y es por eso que no existen «emprendimientos sustentables», la categoría distintiva no es más que la esencia misma de emprender. Se trata de tener visión a largo plazo, poder resolver problemas de forma creativa, ser flexible y poder adaptarse, negociando y trabajando en equipo. Hacer planes, tener tolerancia al riesgo y la incertidumbre y comunicar de la mejor manera posible todo esto.
Un caso ilustrador lo representan las recientemente conocidas empresas B, surgidas en 2007 en los Estados Unidos de la mano de Jay Coen y Andrew Kassoy. Este sistema busca crecer por medio de la maximización de los intereses de quienes forman parte de la empresa, la cual tiene en cuenta el lucro, pero no a cualquier costo. Para esto es clave el trabajo colaborativo, a través del cual se busca tener el mismo peso que una empresa privada.
Algunas claves para emprender:
Cada vez son más los programas de aprendizaje y cursos que capacitan a personas a convertirse en emprendedoras. En Argentina, aproximadamente el 44% de los emprendedores tienen entre 25 y 44 años. Sin embargo, el emprendedurismo no conoce de límites sectoriales, espaciales ni etarios a la hora de poner a trabajar nuestra mente en favor de nuestras pasiones.
Paso 1: No tener miedo. Buscar siempre respuestas que sean claras. No quedarse estancados en las dudas. El miedo al fracaso o al contexto de crisis económica sólo tiene que servir para seguir avanzando.
Paso 2: Desarrollar una idea de negocio. ¿Cuán factible es nuestra idea? Investigar casos similares que hayan tenido éxito y que hayan fracasado, reconocer qué diferencial va a aportar nuestro negocio a lo ya existente en el mercado.
Paso 3: Buscar el financiamiento adecuado. Existen distintas alternativas según las características de nuestro negocio y nuestra situación financiera.
Paso 4: Elaborar un plan de negocios. Surge como una necesidad a la hora de buscar financiamiento. Responder a todos los interrogantes nos ayuda a definir y conocer a nuestra futura empresa. La participación en concursos de financiamiento o reconocimiento favorece al proyecto, porque ayuda a definir facetas de nuestro emprendimiento.
Paso 5: ¿Cómo se llama? La cara visible de nuestra empresa. Es importante que tenga un significado, que sea claro para su fácil identificación y que tenga que ver con un relato con la cual el consumidor o cliente se pueda sentir identificado.
Paso 6: Analizar el impacto social, ambiental y económico del proyecto. Establecer estrategias de reducción de impacto negativo para que se revise la posibilidad de impacto positivo para la comunidad de acción, la naturaleza con la que entra en contacto y el aporte a la economía del país o la región.
Paso 7: Hacer que las cosas pasen. Pasar de la idea al proyecto. Poner en marcha la idea. No esperar «al momento correcto». Avanzar aunque no haya notables resultados a corto plazo, y entender que hay que darle tiempo para que los avances se den. Asumir riesgos, aventurarse, improvisar y aprovechar las oportunidades
Paso 8: Promocionar el emprendimiento. Comunicar. Analizar qué herramientas son más adecuadas al proyecto. Hoy las nuevas tecnologías brindan alternativas de difusión y de amplio alcance.
Paso 9: Establecer contactos y participar de eventos. Comenzar a entablar nuestra propia red de contactos y formar parte de ecosistemas empresariales y sociales que sirvan para aprender y promover el emprendimiento.
Paso 10: Volver al plan de negocios y analizar qué cambiar y qué dejar. El plan de negocios es la base
de nuestro emprendimiento. Una vez que éste se encuentre en desarrollo, es importante analizar cómo
comenzó, qué es necesario modificar y qué objetivos faltan alcanzar.
Por supuesto habrá dificultades que enfrentar, obstáculos a vencer y caídas frente a las cuales
levantarse, pero sin duda emprender es encontrar una pasión y dejarse llevar por ella confiando en que, si hay esfuerzo y entusiasmo, el único puerto es la realización de un sueño.
Fuente: Infobae
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