Hay días—o momentos de algunos días—en los que, por el motivo que sea, no nos encontramos especialmente motivadas para enfrentarnos a nuestras tareas. A veces el problema es el mismo trabajo a realizar: no nos gusta, es complicado o no nos apetece. Otras veces se trata de nosotras mismas, no siempre tenemos el mismo estado de ánimo.
En cualquier caso, ésta es una lista de consejos que pueden ayudarte a recuperar esa motivación perdida, según las circunstancias:
- Divide el trabajo en tareas pequeñas y concretas. Un proyecto grande y complejo puede resultar abrumador. Al dividirlo en pequeñas tareas consigues ver claro el camino y la resistencia a enfrentarte a él disminuye.
- Si dispones de poca energía, concéntrate en tareas sencillas y rápidas. Cerrar cosas pendientes, aunque sean poco importantes, te dará energía y fuerza para atacar otros objetivos mayores.
- Si te encuentras agobiada por el gran número de tareas a realizar, simplemente elige algo y empieza. Verás que la resistencia al trabajo desaparece a los pocos minutos de empezar, una vez dado el primer paso. El miedo desaparece cuando nos enfrentamos a él.
- Tómate tu tiempo. A veces confiamos en que podemos hacer una tarea en mucho menos tiempo del realmente necesario. Cuando transcurre ese tiempo y no hemos terminado, aparece la frustración y el desánimo. Sé realista en tu planificación. Piensa, además, que siempre pueden aparecer imprevistos.
- Regálate premios a menudo. Cuando termines cualquier tarea o logres un buen avance en un gran proyecto, haz algo que te apetezca, que te relaje y que no te suponga ningún esfuerzo. Un paseo, una buena lectura… busca tus propios incentivos.
- Si tus opciones no son demasiado atractivas, observa la situación desde mayor altura. Hay tareas que no nos apetece hacer demasiado, pero obedecen a objetivos mayores. Piensa en ello, piensa a dónde te diriges y encontrarás la motivación necesaria para hacer esas acciones menos agradables.
- Lleva un registro de lo que haces. La tecnología puede facilitarte la labor, pero utilizar herramientas que realmente tu gusten, te puede incluso motivar a trabajar.
- Comprueba tu progreso en cada uno de tus proyectos. Trata de realizar algún tipo de gráfica que te permita evaluar cómo vas haciendo las cosas. Además de obtener una información muy valiosa, las gráficas te motivarán para continuar con tus objetivos.
- Visualiza el objetivo cumplido. Piensa que has terminado esa tarea que tanto se te resiste y los beneficios que te reporta. Ten siempre presente el final en tu mente.
- O, al contrario que lo anterior, piensa en lo que pierdes si no completas ese trabajo. Hay estudios que demuestran que mucha gente trabaja más duro para no perder $100 que para ganar $100. ¿Qué te motiva más a ti?
- Para grandes objetivos, busca apoyo en comunidades on-line. Únete a grupos en la web que compartan tus mismos intereses. Entra en sus foros, lee artículos y comentarios, aporta tu opinión. Conseguirás motivación constante.
- Busca un cómplice. Es difícil motivarse a uno mismo. Si encuentras un compañero/a de aventuras con quien puedas compartir alguno de tus objetivos (tu pareja, un amigo, un colega del trabajo…) pueden apoyarse mutuamente.
- Ante un gran reto, hazlo público. Habla de ello con tu familia, con tus amigos, publícalo en tus redes sociales, en tu blog… Elige una fecha para lograr ese objetivo y hazla pública también. Generarás un compromiso total y una motivación extraordinaria.
- Hazlo divertido. A veces, una tarea rutinaria se puede convertir en algo interesante si eres capaz de hacerla de una forma diferente. Dale rienda suelta a tu creatividad.
- Si todo lo anterior falla, entonces estás en un momento delicado. Tómate un descanso, unos días libres, desconecta de todo. Necesitas relajarte y recargar las pilas. No pienses en lo que dejas de hacer en ese tiempo. Cuando vuelvas, recuperarás con creces el tiempo perdido.