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Cuando las startups se quedan sin recursos de financiación para continuar con su negocio y conseguirlos no resulta fácil.

La opción final puede ser buscar un nuevo socio que inyecte dinero a la empresa y entre ellos están los ángeles inversionistas y los fondos de capital.

El valle de la muerte es el término que se ha acuñado en las escuelas de negocios para describir el momento en que los emprendedores se quedan sin recursos de financiación para continuar con su negocio.

Más que un lugar, es un momento en el tiempo del proceso emprendedor en el que, si no se actúa apropiadamente, las empresas quiebran y cierran.

Varios factores pueden llevar al valle de la muerte.

Los principales son financieros, pero estos también están asociados a aspectos comerciales y operativos que no se corrigieron a tiempo.

El emprendedor entra en él cuando sus fuentes de financiación han agotado el flujo de recursos que soporta el crecimiento de la empresa y los ingresos generados por la operación de la misma no alcanzan a cubrir los requerimientos de capital.

En un emprendimiento estándar, el ‘valle de la muerte’ se caracteriza por tener una necesidad de capital de 200 a 1.000 millones de pesos.

Los ingresos operativos obtenidos hasta la fecha se acercan al mismo valor, con unos márgenes del 10 al 30 por ciento, dependiendo del sector económico en el que se encuentre la compañía.

Es común que el emprendedor piense que en algún momento los ingresos operativos financiarán su crecimiento, pero la realidad es que si la empresa es exitosa, la demanda de recursos será mayor que las utilidades netas que está generando.

En ese punto, el emprendedor tiene que tomar decisiones estratégicas que pueden cambiar o mantener el objetivo propuesto con la creación de la compañía.

Podría endeudarla, pero se encontrará con que el sistema financiero tradicional no le prestará los recursos necesarios porque los montos requeridos son superiores a los estándares establecidos para los créditos.

El emprendedor también podría replantear la estrategia de crecimiento de la empresa, ajustándola al ritmo de la generación de recursos, pero corre el riesgo de perder oportunidades importantes de posicionamiento en el mercado o quedar expuesto a la competencia.

Podría financiarse a través de sus proveedores negociando mayores plazos para pagarles, pero si la empresa está creciendo demandará mayores insumos, los cuáles no se obtendrían si no se pagan en condiciones favorables a los proveedores.

Otra alternativa es solicitar recursos a sus socios financieros tradicionales, pero quizás ellos ya han entregado todos los que tenían disponibles.

RECURRIR AL ‘ÁNGEL’

Ante esta situación crítica, la opción final es la de buscar un nuevo socio que inyecte los recursos apropiados para la empresa: los inversionistas ángeles y los fondos de capital.

Los inversionistas ángeles se pueden encontrar en el círculo cercano del emprendedor, a través de contactos de negocios existentes y colegas de trabajo.

No hacen parte del primer grupo de inversión con quienes se inició el proyecto –generalmente amigos y familiares–, pero sí se pueden encontrar a través de ellos.

Es importante entender que no todos los potenciales inversionistas son inversionistas ángeles. Esta es una persona que invierte dinero y tiempo en la empresa, y espera retirarse después de lograr las metas de crecimiento establecidas, generalmente al tercer o quinto año después de su ingreso. Protege al emprendedor, pues lo considera el capital más valioso de la empresa en esa etapa de crecimiento.

No pretende apoderarse de esta y negocia condiciones favorables para ambas partes, entendiendo las oportunidades y riesgos que tiene el emprendimiento al estar ad portas del ‘valle de la muerte’.

Los otros potenciales financiadores son los Fondos de Capital.

En la industria de financiación americana, estos están claramente separados en fondos para ventures o emprendimientos, y fondos de equity o capital para empresas consolidadas.

En América Latina hay más fondos tipo equity y los de tipo ventures apenas están apareciendo. Sin embargo, la globalización está facilitando el flujo de inversión del este último tipo, comunes en Estados Unidos y Europa, en empresas latinoamericanas.

La ventaja de estos fondos, si el emprendedor logra ser seleccionado como objeto de inversión, es que sus estándares, procedimientos y políticas tienen menor variabilidad que las de un inversionista ángel.

Sin embargo, la inversión de estos en los emprendimientos que evalúan es de 1 a 100.

Lo ideal es tratar de no llegar al ‘valle de la muerte’. Para hacerlo se requiere de la consciencia permanente del emprendedor sobre los recursos de financiación necesarios para crecer y de su habilidad en mantener o conseguir las fuentes de financiación que acompañen su crecimiento.

El flujo de caja de la empresa es el alimento para crecer.

El emprendedor debe prever estos flujos para que pueda mantener el ritmo de crecimiento, si no lo hace este se detendrá y el negocio será conducido lentamente al ‘valle de la muerte’, ya que la escasez de recursos para atender su crecimiento lo pondrá en desventaja con sus competidores y terminará perdiendo su mercado.

En cada etapa de crecimiento de la empresa se requiere financiación, hay que entender este concepto y prepararse para buscar las opciones adecuadas que permitan continuar exitosamente con su emprendimiento.

Andrés Guerrero Alvarado